Las autoridades de la prisión de Kilo 5 y Medio, en Pinar del Río, impidieron que el rapero y preso político Maykel Castillo Osorbo pudiera recibir la visita de su hija el día de su cumpleaños, pese a que la cita había sido autorizada. La familia esperó más de cuatro horas bajo el sol, pero finalmente se les informó que el encuentro no estaba permitido y tampoco pudieron entregarle pertenencias personales.
El músico, de 42 años, apenas logró gritar unas palabras de aliento a su hija, quien terminó llorando frente a los oficiales presentes. El hecho ocurrió un día después de que saliera de una celda de castigo en la prisión de Kilo 8, donde había sido aislado tras un altercado presuntamente provocado por un guardia.
Castillo cumple una condena de nueve años por cargos de “desacato”, “atentado” y “desórdenes públicos”, que organizaciones internacionales califican de políticos. Amnistía Internacional y Human Rights Watch lo consideran prisionero de conciencia y exigen su liberación inmediata.
El costo humano de la represión
Más allá de la notoriedad del caso, lo ocurrido este miércoles refleja el impacto humano de la represión en la isla. La frustración vivida por la hija de Osorbo es una experiencia común para miles de familias cubanas que enfrentan largas distancias, altos gastos y la arbitrariedad de las autoridades para poder ver a sus seres queridos injustamente encarcelados.
El artista es coautor de Patria y Vida, tema convertido en himno de las protestas del 11 de julio de 2021, ganador de dos Latin Grammy y símbolo de la oposición al régimen cubano.
