Cuba vuelve a quedar aislada en el escenario internacional. Varios países aliados de Estados Unidos marcaron distancia del régimen de La Habana en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) después de que el gobierno de Miguel Díaz-Canel reiterara su respaldo a Rusia en la guerra de Ucrania.
Durante la más reciente sesión de la Asamblea General, representantes de Cuba se opusieron a una resolución que condenaba los ataques rusos contra infraestructura civil ucraniana. La decisión provocó críticas inmediatas de naciones latinoamericanas que, hasta hace poco, mantenían vínculos cordiales con el régimen comunista.
Fuentes diplomáticas confirmaron que varios países de la región —incluyendo Chile, Costa Rica y República Dominicana— optaron por no acompañar a Cuba en la votación, citando “una posición incompatible con los principios de soberanía y paz internacional”.
“La Habana ha elegido estar del lado equivocado de la historia”, dijo un funcionario estadounidense bajo condición de anonimato. “Apoyar la agresión de Moscú no solo socava la estabilidad europea, sino también la credibilidad de Cuba en el hemisferio”.
La postura cubana no sorprendió a observadores internacionales. Desde el inicio de la invasión rusa en 2022, el régimen de Díaz-Canel ha mantenido un discurso alineado con el Kremlin, culpando a la OTAN y a Washington por el conflicto. Sin embargo, el costo diplomático parece aumentar cada año.
En 2023 y 2024, Cuba había logrado mantener cierto respaldo simbólico en votaciones de la ONU gracias a gobiernos afines en América Latina y África. Pero en 2025, varios de esos apoyos se desvanecieron, dejando a La Habana acompañada solo por Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte y Siria, en lo que analistas describen como “el club de los regímenes autoritarios”.
Además, diplomáticos europeos recordaron que el gobierno cubano ha recibido asistencia militar y tecnológica de Rusia en los últimos dos años, lo que alimenta sospechas sobre la presencia de asesores rusos en la isla. Washington, por su parte, advirtió que continuará monitoreando esas relaciones “de cerca y con consecuencias”.
Mientras tanto, el pueblo cubano enfrenta una crisis sin precedentes: apagones, inflación y una migración masiva que ha superado el millón de personas desde 2021. Pese a ello, Díaz-Canel sigue insistiendo en que su política exterior “defiende la paz y el multilateralismo”.
Para muchos observadores, sin embargo, el mensaje es claro: Cuba ha elegido a Moscú sobre Washington, y ahora paga el precio diplomático.
