La icónica Torre de la Libertad de Miami, símbolo del exilio cubano, reabre sus puertas tras una restauración millonaria. El nuevo museo ofrece exposiciones inmersivas sobre la historia de los migrantes, mientras en la ciudad crece la preocupación por el aumento de arrestos bajo las políticas de Donald Trump.
Este rascacielos de 14 pisos, de estilo renacimiento español, fue entre 1962 y 1974 el lugar donde el Departamento de Estado de Estados Unidos recibía a los refugiados cubanos, ofreciéndoles atención médica, clases de inglés y kits de bienvenida con artículos esenciales y algo completamente nuevo para muchos de ellos: mantequilla de maní.
Tras décadas de abandono, lo que en su día fue el edificio más alto de Miami está recibiendo una merecida restauración. El mes próximo reabrirá como museo dedicado a la historia del exilio cubano, con exhibiciones inmersivas y de última tecnología que exploran el significado de la migración, la libertad y el sentido de patria.
La Ellis Island del Sur
La reapertura de este símbolo, apodado “la Ellis Island del Sur”, llega en un momento delicado. Los cubanoamericanos —quienes dominan la política en Miami— apoyaron mayoritariamente a Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales. Sin embargo, su endurecimiento de las políticas migratorias, que también afectaron a cubanos, ha sido visto por muchos como una traición, generando protestas recientes frente a la torre.
Los organizadores del museo, aunque evitan entrar en la política actual, no ocultan su defensa del llamado sueño americano. En Miami —un punto de encuentro multicultural donde el 70% de los residentes habla español como primera lengua y más de la mitad nació en el extranjero— la empatía hacia los migrantes es profunda.
El icónico edificio se inauguró en 1925 como sede del prestigioso diario Miami Daily News, que cerró décadas atrás. Fue diseñado por la firma neoyorquina Schultze & Weaver, inspirándose en una torre campanario morisca de Sevilla.
Recibió el nombre de Torre de la Libertad cuando el presidente John F. Kennedy lanzó el Programa de Asistencia a Refugiados Cubanos para ayudar a la oleada de familias y profesionales que escapaban de la revolución de Fidel Castro. Se estima que cerca de 400,000 cubanos recibieron aquí servicios coordinados por el gobierno estadounidense y la entonces joven Arquidiócesis Católica de Miami. Para 1971, el costo del programa superaba los 730 millones de dólares —equivalente a casi 6,000 millones en la actualidad—, según un informe oficial.
Un refugio para los exiliados
Conocida por los recién llegados como “El Refugio”, la torre era un lugar seguro para recibir vacunas, completar trámites y obtener asistencia económica de unos 120 dólares mensuales. En el Gran Salón, con sus ventanales y columnas corintias, la “Pizarra de la Suerte” anunciaba ofertas de empleo para facilitar la adaptación de los cubanos, según muestra la réplica instalada en el museo.
En aquella época, el área metropolitana de Miami era una ciudad turística tropical con menos de un millón de habitantes, y muchos emigrantes se repartieron por todo Estados Unidos.
Con el tiempo, muchos regresarían, aportando su sello cultural y económico a lo que hoy es una de las ciudades más vibrantes del país.
Con el paso del tiempo, la torre quedó eclipsada por los modernos rascacielos de vidrio y acero de Miami. Tras años abandonada, fue rescatada en 1997 por el empresario cubanoamericano Jorge Mas Canosa, un férreo opositor a Castro, quien posteriormente la vendió a una familia cubanoamericana que la donó a Miami Dade College.
Incluso en su estado deteriorado, la torre siguió siendo un lugar de peregrinaje para la diáspora cubana. En 2003, miles se reunieron allí para despedir a la cantante Celia Cruz. En 2015, el senador Marco Rubio la eligió como escenario para anunciar su candidatura presidencial.
La restauración actual ha sido financiada con 25 millones de dólares del estado de Florida, además de aportes del MDC, donantes privados y subvenciones federales.
